Natalia Fernández Freige, de la CUFJ, ha realizado las Pascuas con MAG+S en Pedreña. Te dejamos con su testimonio íntegro:
Dejar de lado la practicidad para dejarse moldear
«Hace unos días pude acompañar a Jesús en el camino de su pasión junto a mi Comunidad de la CUFJ. Cada uno veníamos guiado por algo diferente, con intenciones variadas y expectativas dispares. Pero casi todo quedó claro cuando vimos la película de la Pasión: veníamos a acompañar a Jesús y a dejarnos hablar por cada uno de los momentos que Él vivió. Y con esas imágenes en la cabeza, se fueron sucediendo los días.
Empezamos el jueves contemplando la figura de Lesharet y cómo su encuentro con Jesús transformaba su vida. Ahora todo parecía nuevo y la rutina era una manera de mostrar a Jesús. De Él aprendió a mirar el mundo, a reconocer las necesidades y a saber entregarse en aquello que hace y con quienes le necesitan. Jesús me pidió que dejase un poco de lado la practicidad y me dejase moldear para servir en lo que Él me llama.
El día terminó acompañando a un Jesús ya más preocupado y que solo nos pedía algo que parece tan sencillo como estar, no quedarnos dormidos y velar. Jesús y yo sentimos la incertidumbre, tenemos un cúmulo de pensamientos y no sabemos cómo ordenarlos y sacar algo en claro de ellos, por eso estamos toda la noche despiertos, preocupados. Pero lo bueno es que estamos juntos y sabemos que eso nos da fuerzas para afrontar lo que nos preocupa».
Llega el Viernes Santo, día de dolor y silencio
«Llegó el viernes, el día del dolor y del silencio. Es el día en el que nos hacemos conscientes de nuestra limitación, de nuestras heridas, de nuestras cruces. Nos ponemos en la piel de Pedro, nos sentimos débiles, pero esto Jesús ya lo sabe. Sabe que fallaremos y confía en nuestra capacidad para hacer de esa debilidad un fuerte vendaval, un motor que nos mueva a mejorarnos. Esa aceptación da paz y nos llama a apasionarnos por la vida y a hacer que los demás puedan ver a Jesús a través de nosotros
Todas estas sensaciones variadas de duda, limitación, pasión, determinación, propósito y preocupación, las llevamos y las pusimos en frente de la cruz, a los pies de Jesús. Y mirando su cara de dolor clavado se entiende cómo Él da la vida por nosotros, por esas debilidades y nos llama a cargar con la cruz como hizo Él y amar hasta el extremo, hasta el extremo de morir. Y cada uno ponía algo a los pies de esa cruz, cada uno veía algo en su semblante, pero todos cantábamos las mismas canciones y todos sentíamos lo que esas palabras de Jesús en la cruz tenían que decirnos».
Sábado Santo, desierto y resurrección
«Llegó el sábado y sentíamos que estábamos en un desierto. Ahí ya no quedaba nadie, todos dudaban de por qué Jesús había muerto y nadie sabía qué podía pasar ahora. ¿Esto era todo? ¿Nos había abandonado? ¿Sus palabras eran mentira? Pero Jesús nos pide que confiemos, que abracemos esas dudas y las afrontemos, que no se queden en preguntas. Quiere que pasemos del tengo miedo, del no confío, al quiero buscar, que venzamos esa inseguridad. Porque no siempre hay una respuesta a las dudas, pero caminando, conversando, aprendiendo de los demás y sabiendo reconocerle, las preguntas se pueden convertir en respuestas, propósitos o una manera de estar en paz.
Esa noche todo cobró sentido, Jesús resucitó y así nos pudo hacer ver cómo la vida vence, cómo podemos vivir resucitados y dar testimonio con nuestra vida de su amor y modo de ser. A Jesús no se le encuentra entre los muertos si no que está entre nosotros aquí y ahora. Está en la duda, en la limitación, en las ganas de búsqueda, en el servicio y en cada cosa que hacemos. Está sin duda entre nosotros en la Comunidad, en los que vienen y en los que se van, en todos los caminos.
Hemos podido acompañar a Jesús en su camino de muerte y resurrección, pero Él nos acompaña en nuestro trayecto de fe. Está en tus amigos en el Señor que lloran porque saben que su vida cambia y está en los que te miran y te ven como un ejemplo cuando ni siquiera tú confías en ti mismo. Eso es una Comunidad, donde todos vemos y sacamos lo mejor de cada uno y juntos, con nuestras historias, acompañamos a Jesús con lo pobre de nuestro ser. Es un regalo ser conscientes de su luz, de su resurrección».