En la última semana de agosto un grupo de cincuenta jóvenes de la (CUFJ) dejaron atrás la ajetreada ciudad y sus comodidades. Se calzaron unas botas de montaña y, llenando una mochila con sólo lo imprescindible, se pusieron en camino.
Deshaciendo los pasos de Ignacio de Loyola su travesía comenzaba en Araia (Álava) y continuaba por Arantzazu y Zumárraga hasta llegar a Loyola (Azpeitia, Guipúzcoa). ¡Qué mejor forma de cerrar el verano y prepararse para el nuevo curso que convirtiéndose en peregrinos como hizo Ignacio!
Han sido tres largas etapas en las cuales los jóvenes han podido conocer más la figura del fundador de la Compañía de Jesús, caminar y orar en lugares por donde él también anduvo y rezó (como el Santuario de la Virgen de Arantzazu), y forjar y reforzar las relaciones con el resto de miembros, construyendo un poco más comunidad.
Testimonio de unas de las chicas de la CUFJ
Toda esta experiencia estuvo rodead de los montes vascos que, sin duda, son ejemplo de la belleza de la creación y el entorno perfecto para facilitar el encuentro con Jesús y con el otro.
Isabel Carballo, perteneciente a CUFJ, nos cuenta parte de su experiencia:
“Decidí apuntarme a la Peregrinación a Loyola y organizar parte de ella por el recuerdo tan bueno que guardo de la que hicimos el año pasado, al castillo de Javier. Terminar el verano caminando en la naturaleza es para mí la mejor forma de recoger el curso pasado y prepararse para el siguiente. Existen entornos y situaciones que favorecen la oración y la presencia de Dios. Andar en la naturaleza, es sin duda uno de ellos. Las conversaciones que se entablan con el resto de personas al peregrinar parecen más profundas y sinceras. Se deja mucho de lado la superficialidad y yo siempre acabo fortaleciendo o creando muchas relaciones con amigos o personas que antes no lo eran. Todo esto, junto con las oraciones de la mañana y de por la noche, han hecho que la experiencia suponga un verdadero acercamiento a Jesús y su modo de vida.”
Caminar a contracorriente3
El camino que los jóvenes de la CUFJ han recorrido ha sido en sentido inverso al que recorrió Ignacio. ‘Caminar a contracorriente’ fue algo que les resonó a todos durante los grupos de compartir del primer día: ¿Tiene sentido peregrinar “al revés”? ¿Cuál es, pues, el sentido de la peregrinación? Lo excepcional de peregrinar al modo Ignaciano es entender que el camino no tiene un destino físico, sino que la verdadera meta es el encuentro con Dios. Es ahí donde todo camino, sea en la dirección que sea, cobra sentido.
La emoción presente en la llegada a Loyola el día 31 tenía de trasfondo todas esas nuevas amistades forjadas, esa unión con la comunidad y ese “haber encontrado a Dios” en la creación, en la figura de Ignacio como compañero de camino, en el sentir y gustar las cosas internamente, en la oración, en el silencio y, en definitiva, en el otro, en el peregrino de al lado.