«Vosotros vais a ser hombres de Dios, al estilo de San Ignacio». Ordenaciones presbiterales 2020


Este atípico año las esperadas ordenaciones tienen lugar unas semanas más tarde de lo habitual. Hace más calor y el templo está más vacío (solo familiares y amigos íntimos asistieron) porque las medidas sanitarias así nos lo exigen. Se respira un ambiente de alegría, moderada por las circunstancias.
La celebración, presidida por don Carlos Osoro, Cardenal Arzobispo de Madrid, contó con la presencia de monseñor Salvador Giménez Valls y Antonio España, SJ, provincial de España. También un nutrido grupo de Jesuitas que quisieron acompañar a los nuevos sacerdotes en el día de su ordenación.
Este año se ordenan cuatro jesuitas, tres de ellos españoles: Ángel Benítez- Donoso Tarancón, SJ, Pedro Rodríguez-Ponga Gutiérrez-Bolívar y Lluís S. Salinas Roca, SJ. También se ordena Michael Ochieng’ Otieno, SJ, natural de Kenya.
Durante estas semanas hemos ido recogiendo los testimonios de todos los ordenandos. Leyéndolos, hemos podido percibir ilusión, pero también una gran pasión, entrega y realismo de lo que supone la vida consagrada. El común denominador de todos ellos es, precisamente esto: la conciencia de fragilidad y el vivo deseo de la entrega a los demás, al modo ignaciano.
Las lecturas de la Palabra (Is. 55, 10-11, Sal 64,10.11.12-13.14 y Rm, 8, 18-23) incluida la del Evangelio, con la parábola del sembrador, remitían a la idea de la siembra y la recogida y de la necesidad constante que tenemos de que haya muchas personas que quieran entregarse a esta tarea. Como dicta la liturgia, después de la presentación de los ordenandos, el cardenal comenzó su homilía.
En ella destacó tres ideas en torno a la ordenación: acontecimiento, proyecto y misión: «El Señor os regala su propio ministerio y misión», comenzó. Y quiso tener presente a Pedro Arrupe, SJ: «no me resisto a que cuando muera, el mundo siga como si no hubiese vivido», les recordó. También hizo hincapié en que el sacramento que recibían era un gran proyecto y les invitó a ser «impulso misionero, creativo y de todos los hombres de la Tierra.»
» Vosotros vais a ser hombres de Dios, al estilo de San Ignacio», les dijo, e insistió en la necesidad de vivir como pedía Arrupe: «la divisa de un jesuita es Amen, porque hace la voluntad de Dios y Aleluya, porque eso le hace feliz».
«No es momento para elegir el camino cómodo», terminaba. Pero, ante todo, cuando las dificultades se presenten, mantener la confianza en el proyecto de Dios.
Como siempre, tras la liturgia de la palabra, prosiguió el rito de ordenación, con las letanías, la imposición de manos, la vestidura de la estola al modo presbiteral y de la casulla por parte de los padrinos: Alfredo Verdoy (Pedro), Juanjo Iragorri (Lluís), Pablo Alonso (Michael) y Roberto Quirós (Ángel). A continuación, la unción de las manos con el Crisma, la entrega del pan y del vino y el beso de la paz entre los presbíteros, todo con las medidas sanitarias correspondientes.
Tras la celebración Ángel Benítez, pronunció unas palabras de agradecimiento en nombre de todos. Agradeció a todos los presentes, comenzando por la Compañía y a los demás jesuitas que les han acompañado durante todo su camino. También dio las gracias a sus familias: «no es fácil ser padre o madre de jesuita, es una vocación sobrevenida. Pero vosotros habéis sembrado todo esto».

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