El equipo de pastoral del CMU Loyola organizó el fin de semana del 20-21 de noviembre una convivencia en la sierra de Madrid, en la Casa Virgen del Pilar-Don Orione (Cercedilla) para ofrecer un espacio intensivo de oración, encuentro y contacto con la naturaleza en el último domingo del año litúrgico.
El hilo conductor fue la importancia de desarrollar y cultivar una mirada que nos ayude a penetrar lo visible y evidente, e ir más allá de la apariencia para ver todas las cosas de una forma nueva (tal y como nos anima el lema de Ignatius500). Para ello se plantearon tres momentos de meditación y silencio: en primer lugar, una ruta de senderismo para intentar descubrir la presencia escondida de Dios en la naturaleza y en todo lo Creado; en segundo lugar, la contemplación de un icono titulado “El Árbol de la Vida-El tronco de Jesé” compuesto en un tronco de madera de boj del Pirineo con las figuras de Cristo Crucificado y de una figura femenina que representaba a las “Marías” que estuvieron a los pies del Señor (con la idea de mostrar que a través de las formas que nos da la naturaleza se puede descubrir el Misterio que habita en ella); y por último, una reflexión sobre la importancia de ajustar las expectativas y de revisar lo que esperamos de la vida, lo que realmente nos puede dar, y lo que merece la pena.
Antonio Bohórquez SJ, que estuvo en la pastoral del colegio mayor hace diez años, compartió con el grupo Eucaristía y comida, celebrando juntos la fiesta de Cristo Rey. Una buena ocasión de reencuentro y memoria en la que nos unió el deseo de comunicar al Señor que, aunque a veces no sea fácil reconocerlo, nunca defraudará nuestras expectativas.