Este 16 de mayo la Parroquia San Francisco de Borja acogió el último cinefórum vespertino (aún queda una sesión del más tardío, que será la semana próxima). La película elegida, con la que cerrábamos el curso, fue «La misión», de Roland Joffé. Un clásico ya. Vista casi cuarenta años después de su estreno, no ha perdido nada de la hondura, la belleza y la espiritualidad que hay en ella.
Es más, hoy, en un mundo más acelerado y de estímulos mucho más superpuestos, resulta un alivio poder ver una historia como esta, donde el montaje, la fotografía, la dirección artística y, sobre todo, la inolvidable banda sonora de Ennio Moricone, están al servicio de una historia de culpa y redención, de encrucijadas, de cruz y evangelio.
Una sala llena de gente de todas las edades
Hasta un peculiar photocall había en la entrada, cortesía del equipo de Ser Jesuita. La respuesta ha sido espectacular. En esta ocasión se llenó la sala Borja -hasta en el anfiteatro hubo gente-, para poder compartir la película y el coloquio. Y, aunque es verdad que este formato del cinefórum atrae más a los más veteranos, en esta ocasión mucha más gente de todas las edades se sumó para ver la película. En el coloquio alguna de las jóvenes que intervenía decía que era la primera vez que veía la película. ¡Qué experiencia ver «La Misión» por primera vez! Desde la Parroquia San Francisco de Borja insisten en lo bueno de tener actividades intergeneracionales que aportan tanto a todos los que participan en ellas.
Como de costumbre, el formato fue ágil. Comenzó con una breve introducción, en este caso de José Mari R. Olaizola, haciendo una breve referencia a Roland Joffé, Chris Menges (fotografía) y Ennio M (banda sonora), y apuntando a algunos aspectos en los que fijarse al ver la película. Tras la proyección, él y Antonio Allende SJ comentaron durante un rato algunos aspectos reseñables, incidiendo primero en elementos más formales, para seguir después por algunos de los aspectos del guión (la historia de la culpa y la redención, el contraste entre las posiciones de Gabriel y Mendoza y la eterna pregunta ante ello: «¿Qué habría que hacer?», la complejidad y ambigüedad de un personaje como el nuncio -en el que también nos vemos reflejados-, el posible paralalismo (en 1986) con alguno de los conflictos que la teología de la liberación afrontaba).
Y a continuación pasamos al diálogo más abierto, con intervenciones que, en esta ocasión, se centraron especialmente en el tema de la música, con aportaciones bien interesantes. Y con algunas interpretaciones y matices sobre la relación entre Gabriel y Mendoza. Muchas gracias a todos los que hacéis que el cine-forum se haya convertido en un espacio tan valorado en la parroquia.