L La edición número XXXVI ha sido todo un éxito de afluencia. Cientos personas se acercaron entre los días 13 y 14 de abril al Colegio Nuestra Señora del Recuerdo de Madrid. El viernes por la tarde y el sábado por la mañana la FSTA se centró en actividades deportivas para alumnos y padres: torneos de fútbol, baloncesto o baile llenaron el patio del colegio de Chamartín.
A partir de las 17h del sábado abrieron las casetas y colchonetas hinchables y comenzó a llegar la gente. Cientos de personas y familias abarrotaron el patio del colegio en una tarde de sol primaveral. "Solemos recaudar alrededor de 100.000 euros, que este año repartimos entre 18 fundaciones", nos cuenta Ignacio Medina, uno de los jefes de la FSTA. Tiene 21 años y, como dice él, “soy el más pequeño de los jefes este año”.
Medina forma parte de la Comunidad Universitaria Francisco Javier, “cuando me dijeron que iba a ser jefe de la FSTA lo primero que he sentido es ilusión. Sabía que iba a ser mucho trabajo y que implica renunciar a muchas cosas estos meses”. La preparación de la XXXVI FSTA comenzó en febrero, cuando tuvieron las primeras reuniones y empezaron a recibir las más de 30 solicitudes de las instituciones que iban a participar este año en el proceso de selección.
En la FSTA se pueden ver puestos de comida, de tarta, gominolas, bebidas… incluso una zona de padres donde poder descansar un poco mientras los niños disfrutan en los juegos preparados para ellos. Para la subasta anual viene cada año una persona de relevancia pública, este año el invitado fue el comunicador radiofónico Josemi Rodríguez.
Mientras continuamos el paseo por el llenísimo patio hablando de los entresijos de esta verdadera fiesta nos interrumpen dos niños. Con ojos brillantes miran hacia arriba en busca de los casi dos metros de estatura de Ignacio: “¿Dónde podemos cambiar estos sellos?”, le preguntan. El jefe de la FSTA les despacha con paciencia y nos explica que los sellos son un método para incentivar a conocer los proyectos que participan: “La idea es que se acerquen a los distintos puestos, que pregunten y conozcan. Después les ponen un sello en la hoja y, cuando consiguen todos, los canjean por regalos”.
Alrededor de 150 voluntarios que, sumados a los alumnos de Bachillerato que también quieren ayudar, llegan a 300. Una fiesta que sin ellos no sería posible. Sale con ayuda de todos. Para Natalia “es una satisfacción saber que con algo que yo no considero perder el tiempo, estoy ayudando a otras personas”. Natalia viene desde que entró como alumna en 1º de ESO y ahora, en segundo curso de la universidad sigue al pie del cañón: “A mí no me cuesta nada venir aquí y sé que significa mucho para otros”.
Es una gozada ver cómo se mantiene el espíritu de las primeras fiestas.
Ana, antigua alumna, se muestra muy contenta de seguir viniendo cada año. Leopoldo, antiguo alumno del Recuerdo y, ahora, padre de alumnos, habla de lo mucho que disfrutan los niños y de lo bien que se mantiene el espíritu de las primeras fiestas: “Es una gozada ver cómo disfrutan ayudando a los demás, que es el objetivo de la fiesta. Espero que siga muchos años”.