Este 12 de octubre los jesuitas de las comunidades de Madrid nos hemos juntado para poder hacer juntos el segundo retiro de la pobreza propuesto por el Padre General. La convocatoria fue en el Colegio Nuestra Señora del Recuerdo. La respuesta de todas las comunidades ha sido total. Salvo compromisos siempre inevitables, y las dificultades propias que hicieron que de Alcalá hubiera una representación mínima, más de 100 compañeros hemos podido juntarnos, para orar y compartir algunas intuiciones sobre la relación entre pobreza y misión. Es verdad también que en esta PA la presencia de las casas de formación -dos teologados con un alto número de estudiantes de muchos lugares- hace que los números sean grandes.
La jornada comenzó con la bienvenida y los puntos para la oración, que presentó el delegado de la PA, José María R. Olaizola a partir del guión que venimos trabajando todos los jesuitas de la provincia. A continuación tuvimos un rato tranquilo de oración -aprovechando además las amplias instalaciones del colegio. Tras un café a media mañana, pudimos compartir en grupos pequeños, los ecos del retiro anterior -que desde la provincia se nos han reenviado- y algunas mociones sobre posibles formas de trabajar para hacer más seria y sólida nuestra pobreza. Juanjo Tomillo, rector del colegio y anfitrión en esta ocasión, presidió la Eucaristía, en la que concelebraron los padres Ernesto Postigo (uno de los más veteranos del grupo), Ramón Fresneda (delegado de la tercera edad), Fonfo Alonso-Lasheras (encargado del equipo de vocaciones y que el próximo domingo 23 hará sus últimos votos) y Giuseppe Amalfa (jesuita italiano en estudios de doctorado). Los cinco eran un buen reflejo de la diversidad de la plataforma. Los teólogos además se encargaron de la música.
Tras la mañana de retiro, compartimos una comida fraterna, preparada con gusto, generosidad y acogida por la comunidad del colegio.
Ha sido una buena ocasión para encuentros, reencuentros, y conocerse -pues no siempre tenemos la ocasión de ponernos cara y conocer a todos los compañeros, dada la constante variación de jesuitas en las obras y comunidades de la ciudad. Y una buena ocasión para sentirnos compañeros, compartiendo la oración, la Eucaristía y la mesa común.