El equipo de pastoral del Colegio Mayor Loyola de Madrid vivió una jornada de formación ignaciana y experiencia espiritual en Loyola el fin de semana del 19-20 de febrero. Una iniciativa con la que sumarse a la conmemoración de la conversión de san Ignacio (Ignatius500) y beber de las fuentes en las que se fraguó dicha experiencia.
Visitar los lugares emblemáticos (la casa natal y la capilla de la conversión, la basílica, y los paisajes de Azpeitia), reservar espacios de diálogo y formación –previa lectura de “El relato del Peregrino”–, fortalecer el equipo desde la identidad ignaciana, y preparar el ánimo para el encuentro MAG+S de jóvenes en marzo al que asistirá María Romero, la responsable de Pastoral y Voluntariado del colegio mayor, fueron las claves en las que se estructuró la jornada.
Entre los momentos vividos destacó, como eje de la experiencia, la visita a la ermita de la Virgen de Olatz, donde prevaleció el clima de silencio, y la oración personal en comunión con la devoción de san Ignacio a Nuestra Señora. La importancia de la figura de María en la transformación interior del fundador de la Compañía fue indudable y una constante en su existencia. Lo que ocurrió entre el lunes de Pentecostés de 1521, cuando fue herido en Pamplona, y su llegada a Monserrat en 1522 donde dejó sus armas ante el altar de la Moreneta, no puede entenderse sin la presencia de María como Madre de Dios. Meditar sobre la conversión desde la relación de Ignacio con la Virgen ilumina lo que aconteció en su corazón hace 500 años y contribuye a tomar conciencia sobre la importancia de lo femenino en su camino espiritual.